Traducciones

Quiero aclarar que todas las traducciones aquí son hechas a partir de traducciones en inglés, yo no sé coreano, aparte de annyong~ y buing buing, y además no es un traducción literal si no que trato de adaptarla lo mejor posible al sentimiento de la canción para que así se entienda mejor su mensaje.

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11 de septiembre de 2009

Predico un Alboroto O5


Día martes, Sue tampoco vino. El miércoles tampoco. El jueves ya me preocupe.
Kath estaba conversando en el patio con un grupo de chicas. Las reconocí, eran las misma que había visto con Sue el primer día. Conversaban y se reían entre ellas. Al parecer Kath era una de las que hablaban y con lo que decía las hacía reír. Era simpática y últimamente la estaba conociendo más. Ella hacía el trabajo de Sue, solo que me indicaba las cosas, pero luego se iba. También me gustaba que me dejara solo.
—Hola, chicas —me acerqué a ellas y me sonrieron. Solo una se quedó callada, Kath.
—Hola, Max —saludó después— ¿Que pasó?
—Es... Sue, ¿sabes que tiene?
—Oh, bueno. En realidad no lo sé —me miró preocupada.
—Estaba en cama —dijo otra chica, peliroja. Probablemente era la misma que un día le habló sobre un examen.
Las chicas luego de unos momentos siguieron con sus conversaciones, yo ya me iba, pero la peliroja se me tomó del brazo y me invitó a sentarme. Yo acepté. Ella me estuvo contando lo que sabía de Sue estos días. Decía que solo era un resfriado y que tenía que estar en cama estos días.
—¿Sue es tu amiga? —preguntó Collie, la peliroja.
—No... no lo sé —me encogía de hombros—, supongo.
—Ella siempre habla de tí... como si fueras el amigo que nunca tuvo. Sabes.
Yo la miré sin comprender. Solo nos habíamos conocido hace una semana. Ella me cae bien, aunque a veces es rara —igual que yo, pero diferente ¿ah?—.
—No te entiendo
—Si que tienes problemas —dijo—. Digo que siempre habla de tí, cada día tiene algo nuevo que contar, al parecer eres un personaje.
Rió y luego miró a sus amigas que conversaba sobre un esmalte y no se que cosa más.
—Además la veo más feliz, y eso es raro, porque normalmente odia a la gente muy feliz, pero ella lo es. Humm.... —se quedó pensando y miró el cielo.
¿Feliz? ¿Mejor amigo que nunca tuvo?
Tocó el timbre y las chicas se levantaron rápidamente, y yo me quedé sentado. Collie se dió cuenta me obligó a pararme, yo solo me reí. Al parecer toda esta escuela estaba llamandome a que cambiara. A ella le tocaba música, yo me había decidido por Artes, así que me Kath me mostró la sala. Ambas iban a música, y en realidad no habían muchas mujeres en esa sala aparte de la profesora y Colin que supongo que es gay. No, mentira, no lo es.
—No le hagas daño, es sensible —dijo Collie recordandome a Sue, y luego se despidió con la mano y se fué con Kath.
Miré el camino de piedras hacia la puerta de madera de la casa amarilla. La noche ya estaba cayendo, pero había avisado que iba a verla. Tal vez me saltára la parte de avisarle a ella, pero eso era sorpresa.
Su padre, el inspector, me abrió la puerta. Llevaba la camisa del trabajo y la corbata puesta perfectamente. Me sonrió, sabía que venía a hacer, aunque igual estubo serie después. Ya lo conocía y siempre hacía lo mismo, así que probablemente quisiera conversar un rato, para preguntarme algo sobre el colegio. Era un padre sobreprotector.
—¿Te está llendo bien, Max?
—Si, me voy acostumbrando. Poco a poco.
—¿Como está tu abuelo?
—Trabajando, como siempre. En la tienda.
—Si, Sue le ayuda los fines de semana.
Omití la parte de que ya lo sabía. No quería ser un peligro para Sue, si lo decía talvez su padre se pusiera extricto. Sabía como se comportaban, en Medford eran peores.
—Deberías trabajar también —opinó— ayuda para la responsabilidad.
No dije nada. En mi ciudad tenía un trabajo. Conocía al dueño, por lo que si llegaba un poco atrasado no me decía nada. Era divertido igual. Happy Land.
La puerta sonó y luego entró a la cocina una señora de pelo oscuro con rizos y unas bolsas, detrás de ella una niña de unos diez años con el pelo igual a su madre.
—¡Henry, llegamos! —luego me miró y sonrió, su marido respondió;
—Él es Max
—Oh, Max —dijo la señora y luego le hizo una seña a su hija—. ¿Como estás?
—Bien, gracias
—Sue está enferma, ¿quieres ir a verla? —preguntó llendo al grano.
—¡Papá, me entregaron la prueba de matemáticas! —dijo la niña llamando la atendión del padre. La señora se me acercó y me dirigió hacia el cuarto de su hija.
—Lo siento por mi esposo, es muy aprencivo. Ya sabes, es su hija adolencente —rió—. Pero un amigo puede preocuparse. Ese es el cuarto.
Y luego volvió hacia la cocina. Miré la puerta de color azul con un cartel que decía "SUE" con unos dibujos al rededor. Toqué la puerta, pero nadie respondió. Abrí lentamente la puerta y ella estaba acostada duermiendo. Tenía un libro sobre ella y se había quedado dormida con los lentes. Su ventana estaba abierta. No creo que eso sea recomendable.
Entré al cuarto y cerré despacio la puerta. Fuí hacia la ventana sin hacer ruido y la cerré cuidadosamente. Ella aún dormía.
Su cuarto estaba pintado de blanco exepto el muro donde su cama estaba apoyada que estaba pintado de color fucsia.
Cuando le saqué los lentes ella se movió, y luego abrió los ojos cansadamente.
—¿Max?
Yo me quedé quieto, tampoco quería asustarla.
—¿Que haces aquí?
—Dandote una sorpresa —sonreí, y ella me devolvió la sonrisa—. ¿Y como está la enferma?
Ella rió y se sentó sobre la cama, dejó los lentes sobre la mesa, al igual que el libro.
—Mal, pésimo.
—Oh, que mal. Y yo quería invitarte a una fiesta.
—¿Fiesta?
Ella me miró con expresión de confusión. Y yo me puse a reir.
Era ingenua, como solo una niña.
—Mentira. No creo que aquí se hagan fiestas —dije haciendo una mueca.
—Exacto, no se hacen fiesta. A menos que sean las del colegio, las que hacen los últimos cursos.
—¿Has ido a alguna?
—No. No realmente. Nunca he ido a una fiesta —confesó evitando mi mirada. Tal vez pensó que yo me iba a reir o algo, pero en realidad lo encontraba normal. Era yo el anormal aquí.
El que necesita ayuda.
—¿Cómo encontraste mi casa? —preguntó derrepente.
—Collie me dijo donde estaba. Ella estaba preocupada, pero no tenía tiempo para venir. Tenía que hacer el trabajo...
—De Fisica, si lo sé —terminó la frase.
Ambos no quedamos en silencio. Escuchaba su difícil respiración.
El silencio no me incomodaba, me acostumbraba a él.
—¿Y... como te ha ido?
—Bueno, lo de siempre. Kath estuvo tratándo de controlarme.
—¿Lo logró?
—Tú haces un mejor trabajo.
Ella bajó la mirada con una sonrisa, sus mejillas se sonrojaron.
Derrepente se escuchó como algo se rompía y luego se escuchaba el grito de su hermanita. Sue solo levantó la cabeza mirando la puerta cerrada.
—Odio cuando hacen eso —dijo, y luego me miró—. Mis... padres pelean constantemente. Mamá se pone nerviosa y se le caen las cosas que toma. Ana siempre grita, es asustadisa. A veces me gustaría que mi familia fuera normal.
No dije nada. No tenía nada que decir.
Siempre era el chico que no se callaba en clases, pero sabía cuando quedarme en silencio. A veces la palabras solo empeoran las cosas, en especial cuando no estás seguro de como se lo tomará la otra persona. Así que hise lo que se me vino a la mente.
Sue se había tapado la cara con ambas manos, y su respiración se notaba más dificil. Me preocupaba. Me acerqué a ella y la abrazé. Ella no hiso ningun movimiento.
—Lamento esto —dijo luego que se hubo tranquilisado un poco—. No es muy lindo escuchar peleas de parejas.
—No lo sientas —me separé un poco para mirarla a la cara. Su ojos estaba cristalinos por las lágrimas, y sus mejillas seguían sonrojadas. Me miró a los ojos por unos segundos, pero luego bajó la mirada. ¿Había recordado algo? Porque comenzó a llorar otra vez. Las lágrimas corrian por sus mejillas y ella se limpió con las mangas de su pijama, pero no las podía controlar. El pelo le cayó sobre la cara y yo delicadamente se lo saqué, ella me miró con los ojos rojos y luego me abrazó. Eso me sorprendió un poco. Ella no era tan cariñosa, pero le respondí el abrazo.
Luego se escucharon más voces venir de la cocina. Eran mis abuelos, los podría reconocer.
Sue estaba tan cansado que luego se comenzó a quedar dormida.
—¡Max! ¡Tenemos que irnos! —gritó mi abuela.
Sue se despertó y me miró como queriendo decir "No les digas nada". Le sonreí y luego le dí un beso en la frente.
—Buenas noches —le susurré mientras me levantaba y ella se recostaba en la cama. Sonrió ligeramente y volvió a cerrar los ojos.
En la cocina estaban los padres de Sue riendo con mis abuelos, como si nada hubiera pasado.
—¿Que pasó? —preguntó mi abuelo en el camino a casa— Estas muy callado.
—Nada. Solo tengo sueño —mentí. Sonaba muy convincente. Ya tenía experiencia con eso, pero sabía que ya no podía usarlo como antes lo hacía. Tenía que cambiar.
—Un día duro —afirmó mi abuela. Ella sabía que algo me pasaba. Lo notaba cuando me observaba con esa mirada como que te atravieza y no puedes negarlo.
Cuando llegamos a la casa se limitaron a decir "Que duermas bien".
La noche pasó demaciado lenta, no podía dormir. Sue me había dejado preocupado. Sabía que se sentía cuando tus padres empezaban a pelear. Sabía cuando tu padre se iba de la casa y no sabías cuando iba a volver, o si esque iba a volver. La entendía perfectamente.
El sol comenzó a salir y yo aún estaba despierto mirando el techo sin hacer ni pensar nada. Mis párpados me pesaban, pero no quería dormir. Era de día y mis abuelos se enojarían. Me levanté.
Abajo estaba mi abuela preparando la mesa y mi abuelo sentado en su silla leyendo el diario. Típico de él.
Me mojé la cara y bajé a tomar desayuno.
—Max, tienes mala cara.
—Sue te habrá contagiado.
Mis abuelos se miraron entre ellos y luego rieron. No quería saber que habrían estado pensando que hacíamos.
—¿Cuando vuelve?
—El lunes
—¿Que vas a hacer hoy? —preguntó mi abuela cuando se sentó.
—Nada.
—¿Andar con tu madera?
—Es un skate —lo corregí frotandome los ojos de cansancio.
—Bueno, eso.
—No sé, supongo que eso.
—Jovenes —terminó por decir mi abuela.

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