Traducciones

Quiero aclarar que todas las traducciones aquí son hechas a partir de traducciones en inglés, yo no sé coreano, aparte de annyong~ y buing buing, y además no es un traducción literal si no que trato de adaptarla lo mejor posible al sentimiento de la canción para que así se entienda mejor su mensaje.

CUALQUIER CANCIÓN QUE BUSQUEN Y QUE NO LA TENGAN, LA PUEDEN PEDIR. HARÉ LO QUE PUEDA PARA SUBIRLA LO ANTES POSIBLE.

Más abajo puedes buscar las traducciones por grupo. Para algún cantante solista que se encuentre en algún grupo hay que buscar por el nombre del grupo y abajo de éste se encontrarán los integrantes de los que haya traducciones.

Para alguna canción en especial recomiendo usar la herramienta de buscar que está arriba de Bitto (Sí, antes era Jackson y sí, es el del icono xd).

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23 de agosto de 2009

See u in the dark ~ Español


Tu siempre fuiste la chica que me daría un consejo de mujer cuando lo necesitara
Mi mejor amiga en el mundo
Mis amigos pensaba que estabas bien pero siempre lo negaba
Luego un día de verano te ví sentada al lado de la alberca y pensé "Diablos, de verdad has cambiado. No eres la pequeña niña que solia conocer"
Abriste mis ojos


Te veo caminar atravez de mi habitación en nada más que la luz de la luna
Ahora amo verte en la oscuridad, verte en la oscuridad
Mi ventana, te enmarca como monet.
Todavía no vuelvas a la cama, porque amo verte en la oscuridad, verte en la oscuridad.

Nunca te veré de la misma manera.
El velo ha sido levantado, ahora veo que eres un regalo.
Mi perspectiva ha cambiado.
No creas que puedo volver atrás porque siempre lo he deseado.
No tomes otro paso cerca de mi porque nos lamentaremos.
Si mañana volvemos a ser amigos pensaré en la forma que lucias esta noche.
Abriste mis ojos.


Te veo caminar atravez de mi habitación en nada más que la luz de la luna
Ahora amo verte en la oscuridad, verte en la oscuridad. Mi ventana, te enmarca como monet.
Todavía no vuelvas a la cama, porque amo verte en la oscuridad, verte en la oscuridad.

Tal vez si fueras otra persona no tendría que sentirse así. Me preguntó que piensas de mi, ahora. O solo fue un beso amigable, porque te veo por primera vez.

Te veo caminar atravez de mi habitación en nada más que la luz de la luna
Ahora amo verte en la oscuridad, verte en la oscuridad. Mi ventana, te enmarca como monet.Todavía no vuelvas a la cama, porque amo verte en la oscuridad, verte en la oscuridad.

16 de agosto de 2009

POV Sue uno

(Después del capitulo 3)

Un fin de semana por fin llegaba. Pero eso no aclaraba mi mente. Estos días habían sido los más movidos de toda mi vida. Primero me entero por mi padre que un chico nuevo había llegado. El nieto de Jack Carson, Max Carson. Mi padre me dijo que era un mal estudiante e inquieto y esperaba que aquí se mejorara. Por lo que me había encargado llevarlo por el —supongo que— buen camino.
Mi primera impresión que me dio cuando lo ví fué la misma que me había imaginado cuando me hablaron por primera vez de él. Un chico de cabello negro ni muy largo, ni muy corto, desordenado. Su ojos eran verdes un verde muy llamativo, muy raro por estos lados. En realidad era el primer chico que veía con esos ojos. Su ropa era como de skater, eso era genial, siempre me había llamado la atención ese deporte. Tal vez lo practicaba. Era delgado, pero no demasiado y unos cinco centímetros más alto que yo. Su caminar era seguro y a la vez despreocupado, típica conducta de un rebelde. Tenía un cara tierna con una sonrisa hermosa y dientes blancos. También tenía mucho sentido del humor, eso me recordaba su abuelo, también era un chiste. Pero no todo era bueno en él. Puede que tenga carisma y sea divertido pero era un desastre en química. Y su sentido del humor no ayudaba en esa clase. Podría ser que me haya dado risa su respuesta y por lo que sonreí, pero los demás chicos murmuraron que era un idiota. Casi todos lo chicos de esa clase eran muy inteligentes y Max tendría que adaptarse a eso o no llegaría a ningún lugar.
No dejaba de asombrarme su personalidad. Era un chico rebelde, algo muy contrario a lo que había en ese pueblo. Algo desconocido, por lo que su galantería me había asombrado. Casi caigo, pero me di cuenta que solo era orgullo. Pero volví a confundirme cuando esa tarde sus dedos tocaron mi mejilla.
Bueno, Sue, tu trabajo es ayudarlo a mejorar, no a enamorarte de él.
El nunca se enamoraría de una chica tan tranquila e inteligente como yo. Además que soy nada bonita. Flacucha, pelo largo y sin ningún estilo, mi ropa tan normal como cualquiera. No era linda, por lo que yo tampoco lo era...

Sue*

Predico un Alboroto O4


El fin de semana tendría que ponerme al día con las materias, pero decidí que era mejor salir a conocer el pueblo. Era tan pequeño que no se demoraría nada en su skate. ¿En este lugar andaban en skate? Tal vez sería el único. Pero eso no me importaba.
Tomé mi MP4 y el skate. Mi abuela estaba en el patio trabajando en sus flores y el abuelo había ido a trabajar a la tienda, por lo que mi primera parada sería en esa tienda. La recuerdo de memoria, era al único lugar al que sabía llegar con los ojos cerrados. Solo había una razón por la que tendría tanto recuerdos en esa tienda, pero eso no es de importancia ahora.
Tomé las llaves de la repisa y escribí en un papel que volvería en unas horas, y dejé con un imán en la puerta del refrigerador. Eso era algo que nunca había echo en Medford con mis padres. Siempre llegaba y salía y volvía cuando todos dormía. Era otra vida. Una mucho más genial.
La brisa me llegó de golpe cuando pisé la tabla y me dirigí al negocio. No había casi nadie en las calles. Eso era raro. Era sábado por la tarde, ¿que estarían haciendo? ¿Estudiar?
A solo unas cuadras de llegar estaba, cuando ví a Sue salir del negocio con una bolsa negra en sus manos y se dirigía al callejón a dejar la basura al gran basurero que se encontraba allí. Cuando entró en él yo me apresuré corriendo, para que no escuchara las ruedas del skate y se diera cuenta de que alguien había allí.
Me recoste sobre la muralla con aire despreocupado.
—¿Así que trabajas los sábados? —pregunté casi al aire. Ella se volteó asustada, o talvez no tanto. Ya conocía mi voz.
—¡Max! Me asustaste —dijo poniendo su mano sobre su pecho y tomando aire.
Yo sonreí. Me encantaba asustar a la gente. Me acerqué a ella para saludarla de un beso en la mejilla como acostumbrada a hacerlo con las chicas en mi ciudad, pero parece que aquí las cosas eran diferentes porque Sue no supo que hacer y se encontró muy confusa.
—Es solo un saludo, chica —dije mientras caminaba hacia la salida del callejón—. ¿Te vas a quedar allí?
Ella se apresuró a mi lado y luego yo la seguí. Respondió mi pregunta un rato luego.
—Si, trabajo los sábados. No es que me encante pero necesito dinero propio —dijo entrando al lugar que yo conocía perfectamente desde pequeño.
—¿Trabajas para mi abuelo? —pregunté cuando ella se volvió al otro lado del mostrador.
—Si, él está atrás —dijo apuntando una puerta detrás de unos muebles donde se encontraba la mercadería.
Nos quedamos en silencio. En realidad no iba a ir a saludar a mi abuelo, lo había visto en la mañana y no tenía mucho que decirle. "Hola, no quise estudiar así que vine a darme una vuelta por aquí" No creo que eso le agrade. Sue atendía a la gente que llegaba, otra chica apareció un rato después, desde la puerta de atrás. Tenía el pelo rubio y ondulado hasta los hombros y ojos azul. Era hermosa.
—Max, ella es Katherine. Kath él es Max—Y luego susurró algo que yo no alcanzé a escuchar, pero algo gracioso, supongo, ya que Katherine esbozó una sonrisa.
—Un gusto, Max —dijo ella sonriendo.
—El gusto es mio —dije lo más caballeroso. Eso me recordaba a mi abuelo. Yo no era así y Sue me miró raro.
—Bueno, creo que tengo que irme —dije luego de unos minutos.
—Estudia —dijo Sue riendo cuando estaba saliendo.
Yo les sonreí a ambas chicas y me despedí con un gesto con la mano.
El resto del fin de semana me la pasé en casa "estudiando". Realmente no se me daba estudiar, me distraía muy fácilmente.
El día lunes no quería levantarme. Pero mi abuela estubo conversando con Sue el fin de semana y ella le había dado algunos consejos para despertarme.
Ejemplo uno: tirarme un vaso de agua en la cabeza.
Eso lo hizo mi abuelo, mi abuela se reía desde la cocina. Pero no era nada gracioso. Pero si funcionó. Ese día salí más temprano de lo normal. Y a mitad de camino me encontré con Sue que se dirigía hacia mi casa.
—¡Funcionó! —gritó ella con alegría. Pero yo la miré con cara de "No me hace gracia"—. Oyep, Max, ¿me acompañas a buscar a Katherine?
Yo le asentí y nos dirigimos hacia la derecha doblando por unos pasajes, hasta que llegamos a una casa blanca muy grande. En el patio había un perro echado sobre la alfombra de bienvenida. Un minutos después salió Katherine con su bolso arrastrandose y poniendose el abrigo.
De algo me dí cuenta. Era cierto la observación que había hecho el día sábado, aquí no saludaban de beso en la mejilla. ¡Vamos, si es tán genial! Depende de a quién saludes.
El día fué tan horrendo como todos lo demás. Todos eran tán... inteligentes que llegaba a estresar. Aunque en inglés me iba bien. Pero eso no salvaba todos los demás ramos.
El día jueves me encontraba en el comedor almorzando cuando una chica rubia se sentó a mi lado.
—Hola, Max—dijo Katherine sonriente como siempre.
—Hola —dije un poco distraido. Bajé el volumen del MP4 para poder escucharla mejor.
—Sue está enferma, así que me mando a vigilar que fueras a clases y que estudiaras —dijo tomando una manzana de su bandeja.
—¿Tan malo soy? —pregunté más para mi mismo que para alguien.
—No eres malo —dijo Kath mirandome mientras comía su manzana—, es solo que eres distraido por lo que necesitas que alguien te esté diciendo que hacer. Debes aprender.
—Suenas como profecional —opiné lo que causó una risa en ella—. Bueno, si dices que necesita a alguien que me esté diciendo que hacer... ¿Me soplas las respuestas de la prueba de química? —rogué juntando las manos y poniendo carita de perro mojado. Ella rompió en carcajadas, pero no respondió mi pregunta. Creo que eso era un "no".
—¿Que escuchas? —preguntó mientras tomaba el otro audífono que colgaba sobre mi pecho—. Sum 41, genial.

Predico un Alboroto O3


El resto de la tarde pasó normal. Cuando terminé esa clase, afuera me esperaba Sue. Colin me pegó en el hombro cuando la vimos y luego se alejó. Ella estaba más tranquila, tal vez porque sus amigas ya no estaban allí. Era simpática y sociable. No recuerdo que hayamos dejado de hablar.
A la salida ella estaba muy apurada y apenas se despidió con la mano.
Yo me fuí a la casa de mis abuelos que queda en la otra punta de la ciudad.
En la entrada estaban las luces encendidas y la oscuridad comenzaba a caer sobre Halls Creek. La puerta estaba aún abierta y pude observar como mi abuela entraba por la puerta de atrás, de la cocina, y se limpiaba las manos en su delantal. Tenía unas pequeñas manchas de tierra en su cara y se notaba un poco de cansancio en sus ojos.
Me acerqué al sillón y dejé mi mochila sobre él, ella me miró cuando escuchó el sonido, al caer sobre la tela del sillón, y sonrió. Una sonrisa sincera, como cada una que ella te daba.
Unas horas más tarde llegó mi abuelo y yo lo saludé gritando desde mi habitación en el segundo piso. Él se rió y fue lo unico que hablamos esa tarde.
Me sorprendía lo temprano que se oscurecía en este pueblo. Las noches eran tan tranquilas como los días.
Realmente extrañaba la ciudad. No se si podría llegarme a acostumbrar a... esta vida.

Por las calles pasaba un auto de policía. En la casa de al frente se escuchaban personas discutiendo. El cielo tenía el mismo color gris. Y Sue Adams se encontraba tocando el timbre de la casa.
¿Qué?
Me levanté lo más rápido posible. Se escuchaba la conversación de mi abuela con ella. Yo salía del baño con el pelo goteando y me vestía lo más veloz que mis manos podía moverse. Tomé la mochila y la misma chaqueta que el día anterior. Antes de salir de mi habitación vi la hora en la mesita de noche. Faltaba una hora para entrar a clases. ¿Cuál era el apuro? Observé como la cama yacía con las sabanas revueltas y la ropa por todos lados desparramada. No soy bueno con esto. Quedé en ordenarlo cuando llegara, pero mis pensamientos cambiaron cuando di media vuelta cerrando la puerta detrás mío, y veía a mi abuela mirando con cara de "Nunca cambiarás". No se si lo decía por la habitación o por la chica en el piso de abajo. Aunque tal vez se tratara de las dos.
—Sue es muy simpática —dijo ella abriendo la puerta de mi habitación y comprobando—. Dice que deberías conocer un poco de las reglas de la escuela y todo eso antes de entrar. Es muy útil en un caso como el tuyo. ¿No crees?
Probablemente, sí.
Suspiré y dejé resbalar la mochila en mi hombro y dejé la chaqueta encima. Entré a la habitación para ayudar a mi abuela a ordenar.
Al cabo de unos poco minutos todo parecía más... limpio.
—Dame esos cinco, abue —dije levantando la mano. Ella me miró con una expresión de confusión—. Solo chocala —Le aclaré y así lo hizo ella. Luego se puso a reir.
—La juventud de hoy —dijo en un susurro.
Tomé la mochila y la chaqueta y bajé las escaleras. Sue miraba las repisas con los libros. Al parecer no se había percatado de que estaba allí.
—A tus abuelos les gusta leer.
Error. Sabía que estaba allí.
—Eso parece. Lamento informarte, que a mi no.
—Oh, lástima —dijo mientras se volteaba a mirarme con una sonrisa—. A mi me encanta.
Le respondí con una mueca y ella comenzó a reir.
Salimos de la casa. El ambiente estaba helado y húmedo. Típico por aquí. ¿Ya mencioné que no me gusta mucho esto?
En las calles no andaba nadie. Tal vez por ser las seis de la mañana y en un pueblo tan pequeño no era necesario estar levantado tan temprano cuando las cosas no están tan lejos.
Nos fuimos gran parte del trayecto en silencio. Todo lo contrario al día anterior. Solo hasta que yo rompí el hielo cuando vi una escena un poco...
—Esos perros deberían buscarse un motel.
Escuché las inmediatas carcajadas de ella.
—Al parecer saben como entrar en calor.
—Eso necesito.
Ella me miró y aclaré mi anterior comentario.
—Digo, que tengo frío, pero no entrar en calor así... solo una estufa y listo.
Ella se puso a reir y mi jaló del brazo con repentino entusiasmo.
—¡Mira! —se acercó a un parque donde el pasto estaba cubierto por una capa de nieve— ¡Cuando era pequeña solía resbalarme por el pasto cuando se ponía así!
Eso era realmente divertido. Y si, muy resbaloso.
Ella parecía tener más control. Más experiencia. Yo, en cambio, carecía de equilibrió. Hasta que ella me empujó y caí completamente empapado. La miré con venganza y ella gritó tratando de huir pero la abrazé por las piernas y cayó a un lado mío. Comenzamos a reir hasta que se oyó una voz desde una casa y nos callamos abruptamente.
—Ups —dije susurrando en su oido ya que habíamos quedado muy cerca.
—Vamos, tal vez en el camino se sequen nuestras ropas —me miró preocupada y luego se levantó, trataba de botarle el agua a su chaqueta.
Al llegar a la entrada del instituto las puertas estaba cerradas.
—No te preocupes, tengo contactos —dijo orgullosamente.
—Inteligente —le sonreí y la seguí hacia una puerta trasera donde esperaba un hombre de mediana edad. Él la dejó entrar y nos sonrió.
En esa media hora llegaron algunos profesores y el director e inspector. Sue se dedicaba a mostrarme cada rincón del instituto que no pudo mostrarme el día anterior. Y algunos lugares más secretos también.
Algunas reglas y ¿porqué no? también algunas trampas para atrapar a los profesores.
Cuando comenzaron a llegar algunos estudiantes, la acompañé a su casillero. No quedaba muy lejos del mío, así que no era problema para luego pasar por allí.
—Sue, ¿como encontráste mi casa... osea la de mis abuelos? —pregunté apoyandome en el casillero a su lado.
—Tengo contactos —respondió dejando un libro y reemplazandolo con otro—, ¿lo olvidas?
La miré con curiosidad y ella sonrió a la vez que cerraba su casillero.
—Bueno, el inspector es mi padre.
Hize una expresión de asombro dramático y ella rió.
—¡Guau! Eso es geníal. Mi padre es profesor.
—Tenemos algo en común al menos —sonrió.
Una chica de cruzó en mi camino y chocó con mi hombro concientemente. La miré como acto reflejo y ella sonrió coquetamente. Lo siento está en mi sangre, yo también lo hize. Ella lanzó un beso y yo me volteé y ví que Sue me miraba riendose.
—¿Qué? —dije queriendo saber el chiste.
—No caigas en su trampa —me dijo seriamente mientras doblabamos para llegar a mi casillero—. Se come a cualquier chico guapo que llega.
Abrí el casillero y tomé algunos cuadernos y un libro de matemáticas que me había pasado el profesor para ponerme al día con la materia.
—Osea que, ¿soy guapo? —la miré alzando una ceja. Sus mejillas se ruborizaron y justo otra chica de cabello rojizo la saludó y le preguntó algo sobre un exámen de quimica del cual no tenía conocimiento.
Caminamos hacía la primera clase. Todavía no sabía donde encontrar las salas. Soy de lento conocimiento.
—Sabes que en matemáticas tendrás que estudiar más que el resto, ¿no? —preguntó ella.
—Evades mi pregunta.
Ella me miró.
—Eso piensa ella.
No respondí.
—Tener ojos verdes tal vez te ayude pero no eres de mi tipo, Max Carson.
—Oooh.
Acabé diciendo.
—Nos hubieramos divertido —acoté con un tono bromista, antes de entrar en la sala. Ella me pegó en el brazo y volvío a ruborizarse, sentandose al otro extremo de la clase. ¿Escapando de mis preguntas?
Quimica. Nunca comprendía quimica, así que no esperaba hacerlo aquí. Me sentía un estúpido, casi todos contestaba las preguntas y ocupaban un extraño lenguaje que no comprendía en absoluto.
Sue me miró desde el otro lado y negó compasivamente con la cabeza al ver mi expresión de confusión.
Justo el profesor acaba con la clase, cuando miró en mi dirección y terminó con la última pregunta de la clase.
—¿Que sacamos a conclusión con esto, señor Carson?
Yo lo miré unos segundos tratando de recordar algo que entendiera.
Nada.
—Que entre ustedes y yo no hay nada de "quimica" —afirme con la cabeza y el agachó la vista, mirando debajo de sus lentes.
—No nos llevaremos bien si sigue así, señor Carson, y por lo que sé, lo necesita.
Algunas risas escuché detrás mío. Miré a Sue y ella me miraba seriamente, bueno, hasta que la ví y se volteó. Justo sonó el timbre.
Tal vez soy un especimen raro. Aquí todos parecen superdotados de inteligencia. Yo no.
Colin se me acercó cuando iba a buscar su próxima clase, con la mochila al hombro.
—Que buena forma de responder fue esa —se rió.
—Si, se podría decir que ahora soy su favorito.
—A mi también me pasaba. Odio a ese profesor —dijo mientras doblaban a otro corredor—. Bueno, ¿Que tal todo con Sue?
—¿Sue? Mm... nada. ¿Porqué? —Me hice el importante mientras ocultaba una sonrisa.
—Solo... —se calló un momento, pensando— olvídalo.
Colin se fué a su clase y yo me dirigí a la mía. Inglés, al menos era bueno en eso. Supongo.
La campana había sonado y yo apuré mi paso. En la puerta de la sala de Inglés estaba la profesora con un montón de hojas. Me miró y sonrió. Me alcanzó una hoja.
—Suerte —me dijo y miró hacia el pasillo por si llegaba alguien más.
Miré la sala y todos estaban callados, sentados escribiendo. Fruncí el seño y miré la hoja "Exámen de Inglés". Genial.
Me senté casi al final de la sala, dejando la mochila en el suelo. A mi lado había una chica escuchando musica. Parecía concentrada.
Oh, claro. Estamos en prueba.
Miré la hoja. ¡Que diablos! Yo no tenía idea sobre nada. Miré a mi lado y la chica que escuchaba música me miró y moduló la letra de la canción.
"Just remember to smile, smile, smile and that's a good enough start".
¿Leía mentes o que?
Creo que ya estaba acostumbrado a escribir siempre lo primero que se me venía la mente cuando me encontraba en una situación como esta. Estaban todos en silencio, solo podía escuchar muy bajo la música de la chica sin nombre.
Sonó el timbre y al parecer era el único que aún estaba allí. La profesora se encontraba sentada en su escritorio escribiendo algo en el libro de clases. Me lenvanté y me dirigí hacia la mesa, mientras tomaba mi mochila del suelo.
Antes de dejar la hoja sobre su escritorio la chica sin nombre apreció a mi lado. Ahora la podía ver mejor. Tenía el cabello castaño con la mitad de abajo rubio. Usaba ropa oscura y tenía unos dientes blancos y una simpática sonrisa. Eso era lo que me había entregado a antes de que se volteara y saliera de la sala. Dejé la hoja y cuando salí no la ví por ningún lado. Pero allí estaba Colin afirmado en los casilleros escuchando música y tocando batería al aire.
La tarde comenzaba a hacerse más fria y una densa capa de neblina había caído cuando salí —más tarde de lo común— del colegio. El inspector me había llamado para tener una charla sobre las clases y que este año debería hacer tareas extras para mejoras mi conducta. Se notaba que mis padres habían hablado con él y ahora casi todo el instituto sabía mi historia.
—Rebelde. Chico dificil —dijo Sue cuando me encontró en medio de la calle en camino hacia mi casa. Bueno, la de mis abuelo. Pero ahora también vivo yo ahí, por lo que también era mi casa.
—¿Que haces aquí a esta hora? —le pregunté.
—Nada, solo... paseaba —dijo pensativa y miró hacia el cielo— ¿Y tú?
—Estudio como poder escaparme de aquí —dije sin pensar, pero aunque todo estuviera llendo tranquilo, mi unico deseo era volver a mi ciudad.
—¿En serio odias este pueblo? —preguntó Sue con su voz más baja.
—No es que lo odio, solo que... —me quede pensando en las palabras más exactas— todo es muy tranquilo aquí.
—Yo no puedo dejar que te escapes —Sue afirmo mirándome.
—¿Ah, sí? —pregunté levantándolas cejas.
—Me ordenaron cuidarte —dijo sin cambiar su tono de voz y miraba hacia al frente—, no es que esté interesada en tí.
—¿Quién te ordenó cuidarme? —pregunté molesto. No era un niño.
—Gente... —acabó diciendo. Justo llegamos a la entrada de la casa. Pero yo era curioso. Esa respuesta no bastaba.
—¿Que gente? —dije mirandola a los ojos.
—No necesitas saberlo.
La puerta de enfrente de abrió y apareció mi abuela con su delantal de cocina y con una de sus siempre cálidas sonrisas. Sue le sonrió y mi abuela la hiso pasar. Ella aceptó y entró y luego la seguí yo. Dentro se escuchaba una conversación. Tenían una reunión o algo parecido. La abuela se apresuró hacia la cocina indicandonos que fueramos a sentarnos a la mesa con los demás para comer. ¿Los demás? Yo miré a Sue que sonreía y se acercó hacia el comedor. Yo fuí detrás de ella.
Allí sentados en la mesa se encontraban mi abuelo y otro señor de edad conversando sobre la vida. Al lado de hombre estaba una señora de pelo blanco como la nieve que en ocaciones hablaba con los demás, pero que sin embargo cuando nosotros nos asomamos ella se volteó hacia nosotros y nos sonrió y saludó.
—Hola, abuela —dijo Sue. Yo la miré con asombro a la señora. Ella sonrió y Sue me tiró del brazo.
—¿Que pasa? —le pregunté desconcertado cuando estabamos en la sala.
—Ve a dejar la mochila a tu pieza —dijo con un tono como de madre. Fruncí el ceño.
Subí las escalera para ir a mi cuarto. Realmente no entendía que pasaba. Estaban los abuelos de Sue, sentados cenando en el comedor con mis abuelos. Sue estaba encima mío vigilandome. Y realmente fué así. Cuando me volteé para salir de la habitación choqué con ella. Su cara aún no expresaba emociones. Si que era rara esa niña.
—No soy rara, Max —dijo ella como leyendo mi mente. Eso si que asustaba—. Es solo que... olvídalo.
—¿Por qué nadie termina su frase hoy? —dije recordando que lo mismo había pasado en la mañana con Colin.
Sue sonrió como lo había hecho esa misma mañana.
—Así me gusta —dije tocando su mejilla. Ella se sonrojó y apartó su mirada.
—Vamos a comer.
Ambos bajamos hacia el comedor.
—¿Por qué la demora? —preguntó mi abuelo.
—Su nieto es un desordenado —dijo Sue y los adultos rompieron en carcajadas.
—Eso es de familia —dijo el abuelo de Sue pegandole en el brazo al mio.

Predico un Alboroto O2


Bueno, y el punto, porque llegue a esta ciudad, es ese: mi padres quieren que sea más responsable, y cambie mi actitud. Y piensan que si estoy lejos de las "malas influencias" voy a mejorar.
No sé como pueden soportar vivir acá. Apenas se ven unos pocos canales de televisión y el internet es más lento que el cerebro de patricio.
Mi cuarto no es el mejor de todos, pero al menos pasa. Una cama, una repisa, un armario... un reloj. Tendré que aprender a usar uno. Ah, y acabo de encontrar un teléfono; y mi celular. ¡Woo!
Afuera está comenzando a oscurecer y creo que yo me voy a congelar.
Mis abuelos dijeron que las clases comenzaba la próxima semana, así que a ponerse en marchar.
La habitación estaba pintado de azul y el colchón de la cama es de un blanco invierno. Entiendo que aquí hace frío, pero ¿no será demaciado? Hay una luz, que no alumbra mucho, pero así mejor, sobre la cama. Y una ventana a la izquierda, da hacia el patio trasero. Muy grande, una gran variedad de plantas y árboles. A mi abuela le encantan las flores, y está casi todo el tiempo fuera junto a ellas. Mi abuelo se levanta temprano para ir a abrir el negocio, y vuelve como a las seis de la tarde, allá se quedan los empleados hasta más tarde.
Lo bueno del día siguiente, es que no estaba tan frío, aunque seguía nublado.
Busque entre mis cosas ropa para invierno, o algo que abrigara al menos. Lo único que pude encontrar fue una polera manga larga y unos pantalones que parecía que abrigaban. Eso era un problema.
Cuando bajé las escaleras hacia la cocina, me dí cuenta de lo que no había visto la noche anterior —llegue tan cansado que solo subí a mi cuarto y tire todo—. Las paredes de un color beige, estaban decoradas con cuadros de diferentes paisajes. Había una repisa en el comedor con muchos libros: novelas, recetas de cocina, una enciclopedia de diez tomos sobre La Ciencia. La mayoría de la sala de estar estaba ocupada por un gran sofá para cuatro personas, y otras dos sillas a los lados, en el centro una mesita color caoba.
La cocina estaba atravesando una puerta corrediza, que tenía unos adornos en el vidrio de la parte superior. Mi abuela estaba allí, preparando algo.
—Buenos días —la salude, casi bostezando.
Ella mostró una de sus cálidas sonrisas.
—Buenos días, Max —dejó un plato de cereales sobre la mesa.
—¿Chocolate? —pregunté mirando los cereales. Ella asintió y luego se puso a reir.
La mañana empezaba bien.
Subí a a buscar mi mochila a la habitación. La cama estaba desordenada y la ropa en el piso. A la noche ordeno, me dije y tomé la mochila desde un rincón y saqué una chaqueta.
Las calles estaban tan descoloridas como el cielo. Las personas eran todas muy diferentes de donde yo vengo. Aquí caminas y todos se voltean a verte. Debe ser porque en al pueblo todos se conocen, y yo acabo de llegar solo ayer.
El Instituto Halls Creek era tal y como lo imaginaba. No era ni muy grande, ni demaciado pequeño. Antiguo en su mayoría, aunque se podía ver que el lado derecho había sido remodelado.
Un gran vestíbulo llegaba a muchas puertas al rededor. Fui hasta la secretaría. No los pienso aburrir con todo el papeleo que hubo allí, así que nos saltamos hasta la parte donde salgo de la secretaría.
Habían unos estudiantes más caminando, y conversando. Miré mi horario:
Lenguaje en el salón 130.
Eso estaba en el segundo piso, vamos bien.
La escalera podría haber sido unas de las más altas que allá visto, pero solo era por la decoración. Era como en los antiguos salones del siglo XV. Una alfombra desendía hasta el vestíbulo.
Y ahora es cuando pienso que me gustaría volver a mi ciudad. Todo era tan raro. No, raro no es la palabras, si no que, nuevo. Claro, el lugar tiene chorrocientos años, pero para mi es nuevo.
—Hola, Max Carson, ¿no? —asentí sorprendido. Apareció de la nada. Una chica de mediana estatura, cabello castaño y liso. Ojos oscuros. Estaba nerviosa. Vamos, no muerdo—. Estoy en el comité de bienvenida.
—Oh, hola —le dije riendo—.
La chica comenzó a reir nerviosa y asintió.
—¿Como te llamas? —le pregunté mientras guardaba el horario en el bolsillo de mi pantalón.
—Sue Adams —respondió.
—Bueno, ¡hola Sue! —ella rió—. Ahora, en serio —ella me miró asintiendo—, ¿donde está la sala de Lenguaje?
—Salón 130. Te acompaño.
La chica volteó y un grupo de sus amigas, supongo, le comenzó a decir cosas que no alcanzé a escuchar. Pero ella se sonrojó y caminó un poco más rápido entre unos pasillos.
—Disculpa por eso —dijo ella, haciendo referencia a sus amigas—. Son unas locas.
—Entiendo —le sonreí.
—¿De donde vienes...—preguntó, mientras dudaba en como llamarme—, Max?
—De Medford
—¿Oregon?
—Inteligente, eh —reímos—.
—¿Por qué viniste acá? —dobló en un pasillo, mientras me tomaba del brazo antes de que me quedara atrás por la multitud de estudiantes que salían.
—Porque...—dudé un poco en responderle— digamos que ya no me dejan estudiar allí.
—¿Te echaron del colegio? —preguntó riendo.
Suspiré
—Si, fue una idiotez.
—Este es el salón —apuntó una puerta que se encontraba abierta, donde un hombre robusto estaba parado saludando— En el receso te muestro todo el instituto —sacó un papel de su bolso y un lápiz con el que anotó un número en él—. Si necesitas algo, o te pierdes ahí está mi número —me alargó el papel.
—Gracias —le dediqué una sonrisa y ella se despidió con la mano.
—Oh, viejo —dijo otro chico que miraba a Sue irse—, tienes el número de Sue ¿sabes que significa? —yo negué con la cabeza—. Tienes tanta suerte.
Él entró en la sala de lenguaje y yo lo seguí. Eso fue raro. Dentro la sala estaba casi completa. Me senté casi al final. Y justo al lado mío se sentó el mismo chico que me había hablado.
—Por cierto, me llamo Colin —se presentó. Era casi de mi misma altura, tal vez un poco más alto, delgado. Pelo castaño y ojos azules.
—Max...
—Oh, eres el nuevo —dijo él dándose cuenta al momento—. Así que —comenzó a decir ignorando al profesor que comenzaba a hablar— te echaron del colegio. Eso es genial.
Yo me puse a reir, por suerte nadie se dio cuenta.
—Si, genial. Pero no quiero repetirlo.

13 de agosto de 2009

Predico un Alboroto O1


Debería haber cambiado de vida, o equivocarme al nacer.
Eso es lo que pensaba cuando mis padres me mandaron a vivir con mis abuelos a Halls Creek. Es un lugar tan apartado de todo, que pareciera que estuvieras solo. La ciudad es tranquila. El ambiente igual. Casi siempre esta nublado, pero no llueve mucho, solo hace frío. Eso me desespera, aunque también odio el calor.
Bueno, te preguntarás porque acabé llegando a Halls Creek con mis maletas.
Era la última semana de clases, y como es usual, estábamos todos trastornados. Tirábamos papeles en clases, jugábamos, hasta le tiramos pintura al instituto. Pero como nadie se detuvo a pensar, aún no habían acabado las clases. Ese día nos reunimos con unos amigos antes de entrar —claro, los conocía, como conocía a casi toda la ciudad—. Llevaban unos globos llenos de pinturas. Querían tirarlos cuando sonara el último timbre, y eso pasó. Estaba el señor Hokins en la entrada, y como yo no miraba a donde caían los globos, le cayó uno a él. Todos mis amigos se mataron de la risa y, no puede evitarlo, yo también. Le resaltan los ojos con el amarillo patito. Luego de eso, nos fuimos corriendo.
Al otro día, apenas puse un pie en el instituto apareció el señor Hokins, aún con un poco de pintura en lo escaso de pelo que le quedaba. Me llevó a dirección, y desde ahí comenzó el problema. No, tal vez comenzó antes.
Llamaron a mis padres —en especial a mi padre—. Y les dijeron todo lo que había pasado. Ellos llegaron de inmediato y comenzaron con su discurso, antes de que yo los hubiera visto. Parecía como si se lo hubieran aprendido de memoria. Aún recuerdo la cara de furia que tenía mi padre, y mi madre un poco asustada porque ya veía que él me pegaba, pero nada pasó. Nada que me haya llevado al hospital. Me cancelaron la matricula. Adiós escuela.
Mi padre miró furioso al director y mi madre estaba desconcertada.
Igual, ya me lo esperaba, no soy un santo después de todo. Nunca lo fui. Hasta recuerdo cuando tenía cuatro años y ya le sacaba los peluches a mi hermana y los decapitaba. Si, siempre fue un poco satánico.
En el instituto, se podría decir, que pasaba mucho más tiempo en Dirección que en las salas de clases. Atraigo problemas, no, solo quiero pasarla bien; pero la mayoría de las personas no entienden a que me refiero con pasarla bien.
Ellos me castigaron, sin nada, y con nada me refiero a nada de nada. Sin televisión, sin computador, sin salir, ni si quiera a comprar el pan. Esa semana estuve a la siga de mi hermana. Se podría decir que la llegue a conocer mejor: Se levanta muy temprano, cuando se va al instituto no dobla en ninguna parte, tiene una amiga o tal vez dos, y se acuesta muy temprano. No parece hermana mía.
Al menos pude pasar de curso. Apenas...