A la salida ella estaba muy apurada y apenas se despidió con la mano.
Yo me fuí a la casa de mis abuelos que queda en la otra punta de la ciudad.
En la entrada estaban las luces encendidas y la oscuridad comenzaba a caer sobre Halls Creek. La puerta estaba aún abierta y pude observar como mi abuela entraba por la puerta de atrás, de la cocina, y se limpiaba las manos en su delantal. Tenía unas pequeñas manchas de tierra en su cara y se notaba un poco de cansancio en sus ojos.
Me acerqué al sillón y dejé mi mochila sobre él, ella me miró cuando escuchó el sonido, al caer sobre la tela del sillón, y sonrió. Una sonrisa sincera, como cada una que ella te daba.
Unas horas más tarde llegó mi abuelo y yo lo saludé gritando desde mi habitación en el segundo piso. Él se rió y fue lo unico que hablamos esa tarde.
Me sorprendía lo temprano que se oscurecía en este pueblo. Las noches eran tan tranquilas como los días.
Realmente extrañaba la ciudad. No se si podría llegarme a acostumbrar a... esta vida.
Por las calles pasaba un auto de policía. En la casa de al frente se escuchaban personas discutiendo. El cielo tenía el mismo color gris. Y Sue Adams se encontraba tocando el timbre de la casa.
¿Qué?
Me levanté lo más rápido posible. Se escuchaba la conversación de mi abuela con ella. Yo salía del baño con el pelo goteando y me vestía lo más veloz que mis manos podía moverse. Tomé la mochila y la misma chaqueta que el día anterior. Antes de salir de mi habitación vi la hora en la mesita de noche. Faltaba una hora para entrar a clases. ¿Cuál era el apuro? Observé como la cama yacía con las sabanas revueltas y la ropa por todos lados desparramada. No soy bueno con esto. Quedé en ordenarlo cuando llegara, pero mis pensamientos cambiaron cuando di media vuelta cerrando la puerta detrás mío, y veía a mi abuela mirando con cara de "Nunca cambiarás". No se si lo decía por la habitación o por la chica en el piso de abajo. Aunque tal vez se tratara de las dos.
—Sue es muy simpática —dijo ella abriendo la puerta de mi habitación y comprobando—. Dice que deberías conocer un poco de las reglas de la escuela y todo eso antes de entrar. Es muy útil en un caso como el tuyo. ¿No crees?
Probablemente, sí.
Suspiré y dejé resbalar la mochila en mi hombro y dejé la chaqueta encima. Entré a la habitación para ayudar a mi abuela a ordenar.
Al cabo de unos poco minutos todo parecía más... limpio.
—Dame esos cinco, abue —dije levantando la mano. Ella me miró con una expresión de confusión—. Solo chocala —Le aclaré y así lo hizo ella. Luego se puso a reir.
—La juventud de hoy —dijo en un susurro.
Tomé la mochila y la chaqueta y bajé las escaleras. Sue miraba las repisas con los libros. Al parecer no se había percatado de que estaba allí.
—A tus abuelos les gusta leer.
Error. Sabía que estaba allí.
—Eso parece. Lamento informarte, que a mi no.
—Oh, lástima —dijo mientras se volteaba a mirarme con una sonrisa—. A mi me encanta.
Le respondí con una mueca y ella comenzó a reir.
Salimos de la casa. El ambiente estaba helado y húmedo. Típico por aquí. ¿Ya mencioné que no me gusta mucho esto?
En las calles no andaba nadie. Tal vez por ser las seis de la mañana y en un pueblo tan pequeño no era necesario estar levantado tan temprano cuando las cosas no están tan lejos.
Nos fuimos gran parte del trayecto en silencio. Todo lo contrario al día anterior. Solo hasta que yo rompí el hielo cuando vi una escena un poco...
—Esos perros deberían buscarse un motel.
Escuché las inmediatas carcajadas de ella.
—Al parecer saben como entrar en calor.
—Eso necesito.
Ella me miró y aclaré mi anterior comentario.
—Digo, que tengo frío, pero no entrar en calor así... solo una estufa y listo.
Ella se puso a reir y mi jaló del brazo con repentino entusiasmo.
—¡Mira! —se acercó a un parque donde el pasto estaba cubierto por una capa de nieve— ¡Cuando era pequeña solía resbalarme por el pasto cuando se ponía así!
Eso era realmente divertido. Y si, muy resbaloso.
Ella parecía tener más control. Más experiencia. Yo, en cambio, carecía de equilibrió. Hasta que ella me empujó y caí completamente empapado. La miré con venganza y ella gritó tratando de huir pero la abrazé por las piernas y cayó a un lado mío. Comenzamos a reir hasta que se oyó una voz desde una casa y nos callamos abruptamente.
—Ups —dije susurrando en su oido ya que habíamos quedado muy cerca.
—Vamos, tal vez en el camino se sequen nuestras ropas —me miró preocupada y luego se levantó, trataba de botarle el agua a su chaqueta.
Al llegar a la entrada del instituto las puertas estaba cerradas.
—No te preocupes, tengo contactos —dijo orgullosamente.
—Inteligente —le sonreí y la seguí hacia una puerta trasera donde esperaba un hombre de mediana edad. Él la dejó entrar y nos sonrió.
En esa media hora llegaron algunos profesores y el director e inspector. Sue se dedicaba a mostrarme cada rincón del instituto que no pudo mostrarme el día anterior. Y algunos lugares más secretos también.
Algunas reglas y ¿porqué no? también algunas trampas para atrapar a los profesores.
Cuando comenzaron a llegar algunos estudiantes, la acompañé a su casillero. No quedaba muy lejos del mío, así que no era problema para luego pasar por allí.
—Sue, ¿como encontráste mi casa... osea la de mis abuelos? —pregunté apoyandome en el casillero a su lado.
—Tengo contactos —respondió dejando un libro y reemplazandolo con otro—, ¿lo olvidas?
La miré con curiosidad y ella sonrió a la vez que cerraba su casillero.
—Bueno, el inspector es mi padre.
Hize una expresión de asombro dramático y ella rió.
—¡Guau! Eso es geníal. Mi padre es profesor.
—Tenemos algo en común al menos —sonrió.
Una chica de cruzó en mi camino y chocó con mi hombro concientemente. La miré como acto reflejo y ella sonrió coquetamente. Lo siento está en mi sangre, yo también lo hize. Ella lanzó un beso y yo me volteé y ví que Sue me miraba riendose.
—¿Qué? —dije queriendo saber el chiste.
—No caigas en su trampa —me dijo seriamente mientras doblabamos para llegar a mi casillero—. Se come a cualquier chico guapo que llega.
Abrí el casillero y tomé algunos cuadernos y un libro de matemáticas que me había pasado el profesor para ponerme al día con la materia.
—Osea que, ¿soy guapo? —la miré alzando una ceja. Sus mejillas se ruborizaron y justo otra chica de cabello rojizo la saludó y le preguntó algo sobre un exámen de quimica del cual no tenía conocimiento.
Caminamos hacía la primera clase. Todavía no sabía donde encontrar las salas. Soy de lento conocimiento.
—Sabes que en matemáticas tendrás que estudiar más que el resto, ¿no? —preguntó ella.
—Evades mi pregunta.
Ella me miró.
—Eso piensa ella.
No respondí.
—Tener ojos verdes tal vez te ayude pero no eres de mi tipo, Max Carson.
—Oooh.
Acabé diciendo.
—Nos hubieramos divertido —acoté con un tono bromista, antes de entrar en la sala. Ella me pegó en el brazo y volvío a ruborizarse, sentandose al otro extremo de la clase. ¿Escapando de mis preguntas?
Quimica. Nunca comprendía quimica, así que no esperaba hacerlo aquí. Me sentía un estúpido, casi todos contestaba las preguntas y ocupaban un extraño lenguaje que no comprendía en absoluto.
Sue me miró desde el otro lado y negó compasivamente con la cabeza al ver mi expresión de confusión.
Justo el profesor acaba con la clase, cuando miró en mi dirección y terminó con la última pregunta de la clase.
—¿Que sacamos a conclusión con esto, señor Carson?
Yo lo miré unos segundos tratando de recordar algo que entendiera.
Nada.
—Que entre ustedes y yo no hay nada de "quimica" —afirme con la cabeza y el agachó la vista, mirando debajo de sus lentes.
—No nos llevaremos bien si sigue así, señor Carson, y por lo que sé, lo necesita.
Algunas risas escuché detrás mío. Miré a Sue y ella me miraba seriamente, bueno, hasta que la ví y se volteó. Justo sonó el timbre.
Tal vez soy un especimen raro. Aquí todos parecen superdotados de inteligencia. Yo no.
Colin se me acercó cuando iba a buscar su próxima clase, con la mochila al hombro.
—Que buena forma de responder fue esa —se rió.
—Si, se podría decir que ahora soy su favorito.
—A mi también me pasaba. Odio a ese profesor —dijo mientras doblaban a otro corredor—. Bueno, ¿Que tal todo con Sue?
—¿Sue? Mm... nada. ¿Porqué? —Me hice el importante mientras ocultaba una sonrisa.
—Solo... —se calló un momento, pensando— olvídalo.
Colin se fué a su clase y yo me dirigí a la mía. Inglés, al menos era bueno en eso. Supongo.
La campana había sonado y yo apuré mi paso. En la puerta de la sala de Inglés estaba la profesora con un montón de hojas. Me miró y sonrió. Me alcanzó una hoja.
—Suerte —me dijo y miró hacia el pasillo por si llegaba alguien más.
Miré la sala y todos estaban callados, sentados escribiendo. Fruncí el seño y miré la hoja "Exámen de Inglés". Genial.
Me senté casi al final de la sala, dejando la mochila en el suelo. A mi lado había una chica escuchando musica. Parecía concentrada.
Oh, claro. Estamos en prueba.
Miré la hoja. ¡Que diablos! Yo no tenía idea sobre nada. Miré a mi lado y la chica que escuchaba música me miró y moduló la letra de la canción.
"Just remember to smile, smile, smile and that's a good enough start".
¿Leía mentes o que?
Creo que ya estaba acostumbrado a escribir siempre lo primero que se me venía la mente cuando me encontraba en una situación como esta. Estaban todos en silencio, solo podía escuchar muy bajo la música de la chica sin nombre.
Sonó el timbre y al parecer era el único que aún estaba allí. La profesora se encontraba sentada en su escritorio escribiendo algo en el libro de clases. Me lenvanté y me dirigí hacia la mesa, mientras tomaba mi mochila del suelo.
Antes de dejar la hoja sobre su escritorio la chica sin nombre apreció a mi lado. Ahora la podía ver mejor. Tenía el cabello castaño con la mitad de abajo rubio. Usaba ropa oscura y tenía unos dientes blancos y una simpática sonrisa. Eso era lo que me había entregado a antes de que se volteara y saliera de la sala. Dejé la hoja y cuando salí no la ví por ningún lado. Pero allí estaba Colin afirmado en los casilleros escuchando música y tocando batería al aire.
La tarde comenzaba a hacerse más fria y una densa capa de neblina había caído cuando salí —más tarde de lo común— del colegio. El inspector me había llamado para tener una charla sobre las clases y que este año debería hacer tareas extras para mejoras mi conducta. Se notaba que mis padres habían hablado con él y ahora casi todo el instituto sabía mi historia.
—Rebelde. Chico dificil —dijo Sue cuando me encontró en medio de la calle en camino hacia mi casa. Bueno, la de mis abuelo. Pero ahora también vivo yo ahí, por lo que también era mi casa.
—¿Que haces aquí a esta hora? —le pregunté.
—Nada, solo... paseaba —dijo pensativa y miró hacia el cielo— ¿Y tú?
—Estudio como poder escaparme de aquí —dije sin pensar, pero aunque todo estuviera llendo tranquilo, mi unico deseo era volver a mi ciudad.
—¿En serio odias este pueblo? —preguntó Sue con su voz más baja.
—No es que lo odio, solo que... —me quede pensando en las palabras más exactas— todo es muy tranquilo aquí.
—Yo no puedo dejar que te escapes —Sue afirmo mirándome.
—¿Ah, sí? —pregunté levantándolas cejas.
—Me ordenaron cuidarte —dijo sin cambiar su tono de voz y miraba hacia al frente—, no es que esté interesada en tí.
—¿Quién te ordenó cuidarme? —pregunté molesto. No era un niño.
—Gente... —acabó diciendo. Justo llegamos a la entrada de la casa. Pero yo era curioso. Esa respuesta no bastaba.
—¿Que gente? —dije mirandola a los ojos.
—No necesitas saberlo.
La puerta de enfrente de abrió y apareció mi abuela con su delantal de cocina y con una de sus siempre cálidas sonrisas. Sue le sonrió y mi abuela la hiso pasar. Ella aceptó y entró y luego la seguí yo. Dentro se escuchaba una conversación. Tenían una reunión o algo parecido. La abuela se apresuró hacia la cocina indicandonos que fueramos a sentarnos a la mesa con los demás para comer. ¿Los demás? Yo miré a Sue que sonreía y se acercó hacia el comedor. Yo fuí detrás de ella.
Allí sentados en la mesa se encontraban mi abuelo y otro señor de edad conversando sobre la vida. Al lado de hombre estaba una señora de pelo blanco como la nieve que en ocaciones hablaba con los demás, pero que sin embargo cuando nosotros nos asomamos ella se volteó hacia nosotros y nos sonrió y saludó.
—Hola, abuela —dijo Sue. Yo la miré con asombro a la señora. Ella sonrió y Sue me tiró del brazo.
—¿Que pasa? —le pregunté desconcertado cuando estabamos en la sala.
—Ve a dejar la mochila a tu pieza —dijo con un tono como de madre. Fruncí el ceño.
Subí las escalera para ir a mi cuarto. Realmente no entendía que pasaba. Estaban los abuelos de Sue, sentados cenando en el comedor con mis abuelos. Sue estaba encima mío vigilandome. Y realmente fué así. Cuando me volteé para salir de la habitación choqué con ella. Su cara aún no expresaba emociones. Si que era rara esa niña.
—No soy rara, Max —dijo ella como leyendo mi mente. Eso si que asustaba—. Es solo que... olvídalo.
—¿Por qué nadie termina su frase hoy? —dije recordando que lo mismo había pasado en la mañana con Colin.
Sue sonrió como lo había hecho esa misma mañana.
—Así me gusta —dije tocando su mejilla. Ella se sonrojó y apartó su mirada.
—Vamos a comer.
Ambos bajamos hacia el comedor.
—¿Por qué la demora? —preguntó mi abuelo.
—Su nieto es un desordenado —dijo Sue y los adultos rompieron en carcajadas.
—Eso es de familia —dijo el abuelo de Sue pegandole en el brazo al mio.
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