Traducciones

Quiero aclarar que todas las traducciones aquí son hechas a partir de traducciones en inglés, yo no sé coreano, aparte de annyong~ y buing buing, y además no es un traducción literal si no que trato de adaptarla lo mejor posible al sentimiento de la canción para que así se entienda mejor su mensaje.

CUALQUIER CANCIÓN QUE BUSQUEN Y QUE NO LA TENGAN, LA PUEDEN PEDIR. HARÉ LO QUE PUEDA PARA SUBIRLA LO ANTES POSIBLE.

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Para alguna canción en especial recomiendo usar la herramienta de buscar que está arriba de Bitto (Sí, antes era Jackson y sí, es el del icono xd).

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16 de agosto de 2009

Predico un Alboroto O2


Bueno, y el punto, porque llegue a esta ciudad, es ese: mi padres quieren que sea más responsable, y cambie mi actitud. Y piensan que si estoy lejos de las "malas influencias" voy a mejorar.
No sé como pueden soportar vivir acá. Apenas se ven unos pocos canales de televisión y el internet es más lento que el cerebro de patricio.
Mi cuarto no es el mejor de todos, pero al menos pasa. Una cama, una repisa, un armario... un reloj. Tendré que aprender a usar uno. Ah, y acabo de encontrar un teléfono; y mi celular. ¡Woo!
Afuera está comenzando a oscurecer y creo que yo me voy a congelar.
Mis abuelos dijeron que las clases comenzaba la próxima semana, así que a ponerse en marchar.
La habitación estaba pintado de azul y el colchón de la cama es de un blanco invierno. Entiendo que aquí hace frío, pero ¿no será demaciado? Hay una luz, que no alumbra mucho, pero así mejor, sobre la cama. Y una ventana a la izquierda, da hacia el patio trasero. Muy grande, una gran variedad de plantas y árboles. A mi abuela le encantan las flores, y está casi todo el tiempo fuera junto a ellas. Mi abuelo se levanta temprano para ir a abrir el negocio, y vuelve como a las seis de la tarde, allá se quedan los empleados hasta más tarde.
Lo bueno del día siguiente, es que no estaba tan frío, aunque seguía nublado.
Busque entre mis cosas ropa para invierno, o algo que abrigara al menos. Lo único que pude encontrar fue una polera manga larga y unos pantalones que parecía que abrigaban. Eso era un problema.
Cuando bajé las escaleras hacia la cocina, me dí cuenta de lo que no había visto la noche anterior —llegue tan cansado que solo subí a mi cuarto y tire todo—. Las paredes de un color beige, estaban decoradas con cuadros de diferentes paisajes. Había una repisa en el comedor con muchos libros: novelas, recetas de cocina, una enciclopedia de diez tomos sobre La Ciencia. La mayoría de la sala de estar estaba ocupada por un gran sofá para cuatro personas, y otras dos sillas a los lados, en el centro una mesita color caoba.
La cocina estaba atravesando una puerta corrediza, que tenía unos adornos en el vidrio de la parte superior. Mi abuela estaba allí, preparando algo.
—Buenos días —la salude, casi bostezando.
Ella mostró una de sus cálidas sonrisas.
—Buenos días, Max —dejó un plato de cereales sobre la mesa.
—¿Chocolate? —pregunté mirando los cereales. Ella asintió y luego se puso a reir.
La mañana empezaba bien.
Subí a a buscar mi mochila a la habitación. La cama estaba desordenada y la ropa en el piso. A la noche ordeno, me dije y tomé la mochila desde un rincón y saqué una chaqueta.
Las calles estaban tan descoloridas como el cielo. Las personas eran todas muy diferentes de donde yo vengo. Aquí caminas y todos se voltean a verte. Debe ser porque en al pueblo todos se conocen, y yo acabo de llegar solo ayer.
El Instituto Halls Creek era tal y como lo imaginaba. No era ni muy grande, ni demaciado pequeño. Antiguo en su mayoría, aunque se podía ver que el lado derecho había sido remodelado.
Un gran vestíbulo llegaba a muchas puertas al rededor. Fui hasta la secretaría. No los pienso aburrir con todo el papeleo que hubo allí, así que nos saltamos hasta la parte donde salgo de la secretaría.
Habían unos estudiantes más caminando, y conversando. Miré mi horario:
Lenguaje en el salón 130.
Eso estaba en el segundo piso, vamos bien.
La escalera podría haber sido unas de las más altas que allá visto, pero solo era por la decoración. Era como en los antiguos salones del siglo XV. Una alfombra desendía hasta el vestíbulo.
Y ahora es cuando pienso que me gustaría volver a mi ciudad. Todo era tan raro. No, raro no es la palabras, si no que, nuevo. Claro, el lugar tiene chorrocientos años, pero para mi es nuevo.
—Hola, Max Carson, ¿no? —asentí sorprendido. Apareció de la nada. Una chica de mediana estatura, cabello castaño y liso. Ojos oscuros. Estaba nerviosa. Vamos, no muerdo—. Estoy en el comité de bienvenida.
—Oh, hola —le dije riendo—.
La chica comenzó a reir nerviosa y asintió.
—¿Como te llamas? —le pregunté mientras guardaba el horario en el bolsillo de mi pantalón.
—Sue Adams —respondió.
—Bueno, ¡hola Sue! —ella rió—. Ahora, en serio —ella me miró asintiendo—, ¿donde está la sala de Lenguaje?
—Salón 130. Te acompaño.
La chica volteó y un grupo de sus amigas, supongo, le comenzó a decir cosas que no alcanzé a escuchar. Pero ella se sonrojó y caminó un poco más rápido entre unos pasillos.
—Disculpa por eso —dijo ella, haciendo referencia a sus amigas—. Son unas locas.
—Entiendo —le sonreí.
—¿De donde vienes...—preguntó, mientras dudaba en como llamarme—, Max?
—De Medford
—¿Oregon?
—Inteligente, eh —reímos—.
—¿Por qué viniste acá? —dobló en un pasillo, mientras me tomaba del brazo antes de que me quedara atrás por la multitud de estudiantes que salían.
—Porque...—dudé un poco en responderle— digamos que ya no me dejan estudiar allí.
—¿Te echaron del colegio? —preguntó riendo.
Suspiré
—Si, fue una idiotez.
—Este es el salón —apuntó una puerta que se encontraba abierta, donde un hombre robusto estaba parado saludando— En el receso te muestro todo el instituto —sacó un papel de su bolso y un lápiz con el que anotó un número en él—. Si necesitas algo, o te pierdes ahí está mi número —me alargó el papel.
—Gracias —le dediqué una sonrisa y ella se despidió con la mano.
—Oh, viejo —dijo otro chico que miraba a Sue irse—, tienes el número de Sue ¿sabes que significa? —yo negué con la cabeza—. Tienes tanta suerte.
Él entró en la sala de lenguaje y yo lo seguí. Eso fue raro. Dentro la sala estaba casi completa. Me senté casi al final. Y justo al lado mío se sentó el mismo chico que me había hablado.
—Por cierto, me llamo Colin —se presentó. Era casi de mi misma altura, tal vez un poco más alto, delgado. Pelo castaño y ojos azules.
—Max...
—Oh, eres el nuevo —dijo él dándose cuenta al momento—. Así que —comenzó a decir ignorando al profesor que comenzaba a hablar— te echaron del colegio. Eso es genial.
Yo me puse a reir, por suerte nadie se dio cuenta.
—Si, genial. Pero no quiero repetirlo.

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