Más que amigos (EXO FanFic): #14 Desahogo (Lu Han)

El ambiente se sentía tan tranquilo con Minseok a mi alrededor que le agradecía de veras el no presionarme al contarle el motivo de todo el alboroto que había habido en la casa hacia sólo un par de horas. Los demás miembros habían guardado silencio, intentando no importunar, porque realmente ellos sabían poco o nada de lo que sucedía. Ninguno me había dirigido la palabra cuando salimos de la cocina y nos direccionamos al dormitorio del mayor. Al llegar el olor a limpio me impregnó, probablemente había pasado por allí el huracán de limpieza Kyungsoo, ese pequeño siempre andaba ordenando lo que se le cruzara, pero de no ser por él ya tendríamos una jungla en el dormitorio. Me acosté en la cama de Wufan, esperando no molestarlo y Minseok cerró la puerta de la habitación y se fue a su computadora.


─¿Qué haces? ─le pregunté con curiosidad removiéndome en la cama para poder observarlo mejor. Este se encogió de hombros y abrió algunas pestañas que con dificultad podía distinguir. Suspiré pesadamente y toda la preocupación me abordó sin previo aviso.

¿Qué estará haciendo Sehun ahora? ¿Dónde habrán ido? ¿Se encontrará bien? ¿A qué hora volverán? Si Kai lo toca, probablemente no responda. Ese chico me tenía los nervios de punta últimamente. Era obvio que sabía que era lo que yo sentía por el menor, y temía que este se lo hubiera contado a Sehun, pero me era casi seguro que si lo había hecho, de allí la razón por la que el maknae no quería ni verme. Jongin intentaba darme celos siempre que podía. Odiaba esa mirada que me dirigía cuando se le acercaba al menor y le susurraba íntimamente al menor causando que este sonriera nerviosamente. Odiaba esa sensación que me provocaba cuando lo abrazaba y el menor le respondía siempre con felicidad. Odiaba el hecho de que Sehun casi lo idolatrara, aunque claro, antes lo hacía más seguido, pero de todas formas hacía que algo quemara en mi interior. Era rabia, lo sabía. Y sin darse cuenta él fue el que hizo que me diera cuenta de mis sentimientos por el maknae. Porque si no fuera tan cálido y apegado al pequeño tal vez nunca hubiera notado que lo que sentía por él era más que amistad, que lo anhelaba a mi lado. Él mismo había hecho que todo esto tomara este rumbo y no lo había notado.

No dudaba que Jongin también sentía algo por Sehun. Era obvio si lo observabas detenidamente, me había hecho el tiempo de hacerlo cuando los celos me comían incesantemente. Era demasiado sobreprotector con el maknae, siempre lo quería a su lado, siempre lo mimaba, pero Sehun nunca lo notaba, para él era simple muestra de afecto y de que Jongin le tenía mucha confianza. No era sorprendente, ya no. Con el tiempo me di cuenta que el menor era muy despistado como para diferenciar entre ser amistoso e insinuarse, incluso lo contaba con felicidad cuando llegaba del colegio y decía que alguna compañera le había dado su almuerzo porque le caía bien. El maknae era tan inocente, y eso era una de las cosas que más me encantaban de él, lo hacían parecer tan indefenso que me entraban unas ganas irrefrenables de cuidarlo y tenerlo a mi lado para ayudarlo en lo que fuera que necesitara. Sí, así era hasta lo arruiné y todo por sus labios.

Había veces en que me culpaba por todo lo sucedido, luego lo pensaba mejor y llegaba a la conclusión de que el causante de todo era él, por ser el ser mas apetecible según yo, pero luego me remontaba más atrás y el autor de todo era nada más y nada menos que el moreno, Jongin, el estúpido e insensible Jongin, verdaderamente lo odiaba ahora, era como si todo lo que sentía se me aglutinara en la garganta y no me dejara respirar hasta que lo soltara.

─Lu Han, ¿estás bien? ─me decía un preocupado Xiu Min que se había acercado a mí observando mi silencioso cambio de actitud.

─Si

─Sabes, el aire puro es bueno para despejarse. Deberíamos ir a dar una vuelta  ─se afirmó en la cama apoyando ambos brazos y mirándome con una sonrisa esperanzada─. ¡Vamos! ¿Sí?

¿Cómo negarme ante él? Aunque fuera el mayor de todos, era tan tierno como un maknae, por lo que en mi rostro se dibujó una pequeña sonrisa y me dispuse a ponerme de pie.

Salimos del departamento bajo la atenta mirada de los demás miembros, que aunque trataran de hacerlo disimulado, les era imposible y lanzaban miradas furtivas a nuestras espaldas. Minseok les avisó que íbamos a dar una vuelta cuando yo ya había salido y me encaminada al ascensor.

─¡No me dejes atrás que no vas sólo! ─me gritó corriendo hasta llegar a mi lado.

El viaje por las calles de Seúl fue trivial, sin mayor hecho importante. Hablamos de temas desinteresados y notaba cómo él, por su parte, trataba de hacerme hablar de cosas que no me llevaran a acordarme del maknae. Intentaba seguirle la corriente, y al parecer él se la creía porque se veía alegre de que mi estado de ánimo fuera tan tranquilo. Realmente debía agradecerle todo el esfuerzo a Minseok, no cualquiera tiene la voluntad de hacer todo lo que él había hecho.

Las calles se volvían cada vez más oscuras y se podía percibir cada vez con más fuerza aquellos sabores picantes que inundaban las calles gracias a los puestos de comida. Xiu Min me había llevado de tienda en tienda mirando cosas absurdas hasta cansarme, pero no le dije que aquello no me importaba en lo más mínimo, él no tenía la culpa de todo lo que pasaba.

─Min… ─lo llamé y este se volteó en mi dirección atento, era una de las pocas veces en que le había hablado directamente en todo el recorrido─, ¿Qué te pareces si vamos allá? ─le indiqué un humilde bar que se escondía entre apretadas tiendas de ropa y accesorios. Xiu Min lo registró con la mirada unos segundos dudando que fuera una buena idea, luego su vista se posó en mí y le sonreí falsamente, pero este pareció convencido y asintió levemente con la mirada.

Dentro de aquel lugar el olor a tabaco te impregnaba. En cualquiera otro momento lo hubiera odiado, pero no esa noche. Esa noche quería hacer algo nuevo, algo que podría ser muy ridículo e insensato, pero que quería experimentar, al menos para luego saber a qué me conllevaba y no repetirlo más. Xiu Min a mi lado parecía perdido, como un niño pequeño aferrándose cuidadosamente a mi brazo y apretándolo suavemente, reí ante tal acto, pero él no pudo notarlo y me dirigí hacia la barra. Nos dispusimos a sentarnos y una mujer se acercó a nosotros. Pedí por ambos, ya que mi amigo se encontraba distraído, a lo mejor buscando alguna salida de emergencia por la que escapar por si algo pasaba. Sentí el líquido recorrer mi garganta y quemarme, pero aquella sensación me hacía sentir bien, no tenía idea de la razón, pero así era.

─Anda, bebe ─lo incité apuntando el vaso y pidiendo otro para mí. Me miró preocupado pero le resté importancia.

─No creo que esta sea una buena idea, Hannie ─me dijo aquello que había sospechado todo este rato que pensaba lo me sacó una risa floja y me tomé el otro vaso al seco.

─Si no te lo tomas tú, lo haré yo

Xiu Min me miró seriamente pero luego tomó el vaso y le dio un leve trago. Al cabo del sexto vaso mentiría si dijera que recuerdo todo con precisión. Las imágenes se me hacían de vez en cuando borrosas y la cara de preocupación de Minseok me parecía lo más gracioso del mundo. Este había intentado en vano distraerme para quitarme aquel líquido que se me hacía ansiado, pero lo había descubierto todas las veces o si no pedía otro más haciendo que el otro a mi lado exasperara y negara con la cabeza. En mi estado hice que Xiu Min se terminara casi cuatro vasos, pero luego se negó tajántemente.

─Lu Han, detente ─me imploraba, pero lo único que le respondía eran carcajadas que salían inconscientemente por mi garganta.

─¿Por qué? ¿Quiere saber por qué lo hago, Min? ¿Te gustaría saberlo? ─le dije en una pastosa voz. Me miró, me miró como si tardara en procesar la información, pero por decir aquello me había detenido de darle otro sorbo a mi vaso por lo que me incentivo a responder con la mirada─. Es por Sehun… claro, eso ya lo sabes ¿no? Pero no sabes el por qué de toda nuestra pelea, te diré cuál fue. La razón fue por mí… o por él o por Kai, o lo que sea, aún no lo sé, pero Jongin lo empezó todo. ¡Já! Es gracioso si lo escucho ahora, el mismo Kai que anda a la siga de Sehun, tratando de alejarlo de mí, fue el que comenzó todo. Si no hubiera sido por él a mi no me gustaría Sehun, o al menos, no sabría que me gusta. Todo hubiera sido más tranquilo así ¿no? Si, sería genial de esa forma. Pero bueno, esa no fue la razón principal de que nos peleáramos, no, claro que no. Sehun no sabe que me gusta o supongo que no lo sabe aún, espero que no lo sepa, o si no, no habría vuelta atrás. En fin, la razón fue porque quise besarlo ─risas inundaron mi boca, risas que no podía controlar, tristezas transformadas en carcajadas que salían desde un desolado corazón─. No me mires así. Sí, sé que puede sonar raro todo esto, pero es la pura y santa verdad, no puedo mentirte. ¿Quieres otro trago? Ni modo, será mío entonces ─y volvía sentir el líquido quemándome por dentro─. Y esa es la razón, Min, no hay otra. Intenté besarlo porque es jodidamente irresistible y el muy estúpido no se da cuenta de que lo es, ni de lo que me provoca a mí verlo allí en su cama con cara de cachorro abandonado. Lo odio y lo amo al mismo tiempo, ¿no es gracioso? Odiar y amar al mismo tiempo. Supongo que es entendible sólo si lo has vivido. ¿Sabes a lo que me refiero? Mejor así, no mereces sentirlo, no, nadie debería sentirlo, es horrible no saber qué hacer ni cómo actuar, temes que lo mínimo que hagas haga estallar la tercera guerra mundial y ¿sabes que es lo más me duele? No, no es que me grite ni nada de eso, es su indiferencia lo que duele, eso es lo peor de todo. Son como dagas que te atraviesan el corazón, dagas invisibles que te perforan por dentro dejándote sin nada, sin ninguna esperanza, porque es como si cada vez fuéramos retrocediendo hasta volver a ser nada, meros desconocidos, eso es lo peor de todo, Min. Supongo que lo encuentras  ridículo, si quieres puedes reírte, no me importaría si lo haces. ¿En qué piensas, Min? ¿Qué crees de todo esto? ¿Estoy loco o qué? ¿Qué dices?

─Creo que estás enamorado… enamorado de Sehun, eso es lo que pienso ─y una compresible sonrisa -o al menos eso creí ver- se dibujó en su apacible rostro.